jueves, 18 de agosto de 2011

Se busca - Wanted

intervención rápida, desaparición súbita



































Me llamo Khadija, soy bajita pero no uso tacones

¿dónde está Melilla en los mapas?

El Faro de Melilla
Miércoles, 17 de Agosto de 2011. Hilario J. Rodriguez.

No tener una constitución propia, que no esté supeditada al gobierno español, ha impuesto –creemos− una mentalidad colonizada en Melilla por mucho que sea un puerto franco y que geográficamente este en otro continente.

Si hiciera un esfuerzo, la gente de la Península podría relacionar Melilla con el multiculturalismo y con ciertas corrientes posnacionales. Pero no. Quienes sí lo hacen son los propios melillenses aunque no todo el resto de los españoles quieran creerse su forma de ver las cosas. No tener una constitución propia, que no esté supeditada al gobierno español, ha impuesto una mentalidad colonizada en Melilla por mucho que sea un puerto franco y que geográficamente este en otro continente. Lo único que, en realidad, han conseguido los melillenses ha sido sustituir la alargada sombra de África por la no menos alargada sombra de Europa. Me pregunto si será por eso por lo que uno aquí tiene la sensación de que en la mente de todo el mundo hay una profunda amnesia, para librarse así de la asfixia cultural que les produce su conflictiva relación con el pasado y ahora mismo con sus vecinos del sur.


Está claro que a menudo olvidar es una forma de protegerse. Y en el olvido, precisamente, es donde vive Antonio, un hombre al que conocimos en el cementerio de la Purísima Concepción y que había perdido a su mujer hacía tan sólo unos meses. Como les sucede a muchos melillenses, oriundos de aquí o venidos de Marruecos o de algún país subsahariano, su pasado es un laberinto. El proceso de Antonio, según nos lo contó él mismo, fue así: primero no recordaba palabras que designaban cosas cotidianas, cosas que antes compartía con su mujer, y luego comenzó a meter un calcetín en la nevera, hasta que un día llegó a perderse cerca de su casa. Había perdido el norte, como se suele decir.

Esos signos de deterioro mental en otra circunstancia serían suficientes para que a Antonio le diagnosticasen la enfermedad de Alzheimer.

Por desgracia, parece que la misma amnesia que se imponen los melillenses con respecto a su historia nos la imponen a nosotros, en la Península, con respecto a ellos (porque únicamente nos los describen como gente que vive entre narcos, legionarios e inmigrantes ilegales, como si aquí no hubiera peluqueras o panaderos). Nuestra ceguera puede deberse a la escasa percepción que tenemos de ciertos matices distintivos. Uno de ellos, sin ir más lejos, sería la actitud de los melillenses en relación al pasado, a su pasado, a nuestro pasado.




seguir a la gente tiene sus riesgos

Detective

busco trabajo

Abdeselam Mohamed Tahar, Mustafa Soliman Kad.dur… ¡Qué más dan los nombres! Hace seis meses eran carpinteros, albañiles o reponedores de supermercado, ahora están en paro y protestan a las puertas del Ayuntamiento de Melilla.


Estos chicos que veis ahí quizás no siempre hayan sido buenos, aunque seguramente lo intentaron con todas sus fuerzas. Son padres de familia, divertidos y ocurrentes, no demasiado agraciados pero tampoco feuchos, sólo gente a la que le gusta salir a la calle, a echar un té con los amigos o a pasear por el paseo marítimo con sus familias, y pasar desapercibidos, no quieren que nadie los confunda con George Clooney. Tienen muchas habilidades aunque apenas tengan estudios. Sin que nadie les enseñase, son capaces de clavar puntas sin que se les tuerzan, lijan los marcos de una puerta en un pispás y te dejan limpiecito tu almacén en dos horas si les das la oportunidad.

Cuando te cuentan sus penurias, añaden que las culpas de sus desgracias son del Ayuntamiento porque permite que las pequeñas y las medianas empresas contraten a moros marroquíes antes que a ellos, que son moros de Melilla. La verdad es que en este punto no podemos estar muy de acuerdo con ellos porque los problemas de uno no se arreglan barriendo a los demás, claro que –en asuntos de este tipo− es una cuestión de opiniones.
No sabemos de qué podría servir que los veáis, por si acaso os ponemos sus retratos a continuación y vosotros decidís al respecto. A nosotros nos parecen chicos que pagan un alto precio por lo que quiera que hayan hecho mal, si es que han hecho algo malo.

Desde aquí los proponemos como candidatos perfectos para la próxima película de Ken Loach o para cuando poco un pequeño reportaje de Informe Semanal, nosotros ya no podemos hacer nada más por ellos, a no ser desearles «Buenos días y buena suerte».




takes VI







                                        Nos avalan más de seis días investigando en la ciudad